Un día de muchos otros días donde el sol sale y se posa sobre la tierra, de la misma manera en que lo estaba haciendo un par de horas antes en otra parte del globo terráqueo. Despierto. Uno siempre debería dar las gracias por despertar cada mañana, vamos a que aceptarlo, no todos pueden despertar por la mañana.
Un día donde, respetando la creencia de cada uno, le doy gracias a Dios y me digo a mi mismo -Vamos Jorge, no todos tenemos la oportunidad de vivir. Quizás muchos lo hagan y aunque compartan conmigo muchos miles de millones de personas el amanecer, son pocos los que pueden ser tú, de hecho nadie más que tu tienes la oportunidad de vivir esta vida. Disfrútala- me lo digo como un memorándum para no sentir que los días son monótonos y que poseen pocas cosas.
Las mañanas son siempre un paisaje asombroso, el sol no golpea tu piel con la fuerza iracunda de la tarde. Estoy viviendo en una región de la tierra donde ahora es invierno y con ello viene el frío de las mañanas, muy y a pesar de eso el frío no logra calar en los huesos. No sé por qué pero los días cada día son mejores, parece que Dios posó sus ojos sobre este fragmento de tierra donde habito y sonrió.
La continuación de mi día debe ser, casi siempre, acudir a alguna labor que me tenga ya asignada. Mis actividades varían bastante dependiendo el día, la hora y el lugar donde me encuentre por lo pronto me encuentro en mi casa y es entre semana así que me encuentro encarcelado en la ida al trabajo, pero ahora brilla demasiado la vida, lo suficiente como para decidirme que nada puede ocasionar un accidente y mucho menos puede haber un percance de cualquier índole.
Hoy estoy muy reflexivo sobre mi día, tal vez lo que era necesario para mí era darle una perspectiva diferente a las cosas, mover un poco la cabeza hacia arriba y darme cuenta de que no soy un hombre solo entre los hombres, que a diferencia de ellos, yo ya voltee mi cabeza hacia arriba y me di cuenta de que tengo un Dios.
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