miércoles, 12 de diciembre de 2012

Insoportable, insoportable.

Existe una sensación que me molesta más que las cosquillas o la comezón en los dedos; extrañar. 
No sé cómo se extraña algo realmente, siempre pierdo el juicio y empiezo a comportarme como un desquiciado. Leo compulsivo, juego de manera frenética y me ahogo en pensamientos bailarines.
No me había tomado la molestia de escribir nada aquí porque un día un amigo me dijo que José Saramago había dicho <> y tomé en cuenta la frase. 
Ahora que lo pienso sinceramente no tengo nada bueno que decir excepto que extraño. 

¡Lo extraño, maldita, maldita, maldita sea! Me agrada sus silencios, me gusta que no hable y solamente pueda retirarme y mirarle en un cuadro perfecto de ausencia y eternidad. Así. 

Leo Rayuela. 
Me muero cada día. 
Me muero como nos morimos todos, despacito cada día.


Dicen que el oficio más feliz del mundo es la ignorancia, ser ignorante pues. Me gustaría poder ignorarlo ¿saben? Pero no puedo, no sé cómo hacerlo. 
Todo es tan insoportable sin él. 

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